Mis abuelos y yo
Cuatro estrellas en mi cielo,
cada una con su luz,
cuatro caminos que en mi vida,
dejan huellas de virtud.
El primero, como un padre,
alma noble, siempre allí,
con sus manos generosas,
ayudaba sin pedir.
Era fuerte y decidido,
en su pecho, un gran amor,
fue mi guía en los caminos,
mi refugio, mi mentor.
El segundo, un poco gruñón,
con su ceño siempre fruncido,
velaba por nuestro hogar,
sin pedir un solo ruido.
Aunque serio, aunque duro,
en su pecho había calor,
su manera de cuidarnos
era muestra de su amor.
La abuela que se fue al cielo,
cuando era un niño pequeño,
de ella guardo en mi pecho
un amor que es como un sueño.
Su dulzura, su ternura,
aún resuenan en mi ser,
en mis recuerdos la abrazo,
y en mi alma la hago ver.
La que queda, mi columna,
la que siempre me alimenta,
es la única que vive,
la que aún vela y sustenta.
Su cariño es mi refugio,
es mi abrigo, es mi hogar,
es la fuerza que en mi vida,
me enseña siempre a amar.
Cuatro abuelos, cuatro amores,
diferentes, pero igual,
me enseñaron que en la vida
el amor es un caudal.
Hoy sonrío y agradezco
por tener tanto en mi ser,
por el amor que en mi pecho
todos ellos supieron tejer.
Y me asombra cada día
cómo un corazón tan chico
puede amar tanto, tan grande,
ser un río y no un hilo.
Gracias a ellos soy quien soy,
y mi amor siempre tendrán,
porque en mí viven sus huellas,
y en mis sueños, siempre están.
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